Aire cálido y luz mediterránea penetran a través de
mi ventana, cerrada en las áridas tardes de estío y abierta en las noches de
brisa veraniega. Calidez y luminosidad del Sagrado Corazón de Jesús, a quien
celebramos el pasado viernes y dedica la Iglesia el mes de Junio.
Y desde sus entrañas la vida de nuestra
Archidiócesis irradia luz en personas
concretas: el sacerdote Ángel Castelló
Barber, capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Oliva, fallecido a los 71 años en Daimús; la religiosa
Operaria Catequista Amparo Guillem, quien celebró en la Casa General de Alacuas el centenario; Fray Conrado
Estruch, capuchino, con sus ochenta y seis años ha repartido alimentos a mas de
doscientas familias sin recursos; y los seis seglares admitidos como candidatos
al Diaconado Permanente en el rito celebrado el miércoles 6 en la capilla del
Arzobispado y presidido por D. Carlos Osoro.
Al día siguiente las vidrieras de la Catedral de
Valencia iluminaron de colores a quienes participaron del “III Encuentro de los
mayores de Valencia con la Mare de Deu dels Dessamparats”, en la eucaristía
celebrada por el prelado valenciano. Él además se reunió el viernes en la
Parroquia de la Asunción, “Santa María” de Ontinyent con cientos de jóvenes.
Corazón abierto a la cultura es el del investigador
de la Universidad Católica de Valencia, Javier Alcántara, participante en un
proyecto de cambio climático en Iberoamérica.
En esta noche de Junio, en el silencio de un pequeño
pueblo, la ventana se cierra. En su interior el recuerdo a las Misioneras del
Sagrado Corazón de Jesús y María, presentes en el Seminario de Moncada y
Xàtiva, cuya huella de amor a Cristo y a los seminaristas permanece imborrables;
a las congregaciones nacidas bajo la guía del Sagrado Corazón de Jesús,
presentes en nuestra diócesis; y a las Cofradías del Sagrado Corazón de los
pueblos que mantienen viva una devoción perenne: la imitación a Quien abre su
ventana a cuantos necesitan ser amados.
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