Mañana del miércoles 8 de agosto. Mi ventana
permanece abierta con sus dos hierros en forma de cruz. Al mirar a través de
ella contemplo a un grupo de jóvenes ascendiendo entre las casas de la estrecha
calle. Les acompañan dos sacerdotes, los padres Javier (mercedario) y Mariano
(jesuíta), a los que se suman un admirble equipo de voluntarios y voluntarias.
Hacía un par de días las ventanas de sus celdas se abrieron y emprendieron el
vuelo al encuentro de la Purísima, acogidos por las parroquias y pueblos de
Benifayó, Carcaixent, Xàtiva, Alfarrasí y Ontinyent, donde participaron del Año
Mariano, merced al Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria. Una semana
después peregrinaba a la Casa del Padre
el “Padre Ximo”, Joaquín Montes Mollá, quien entregó gran parte de su
vida, 40 años, como capellán de prisiones. La misa exequial fue presidida por
el Sr. Arzobispo y más de treinta sacerdotes.
Quienes siguen el camino de pobreza iniciado por
Francisco y Clara celebraron en los cinco monasterios a su patrona. Senda de
encuentro con Cristo fue el emprendido por cuatro jóvenes, Mayra Judith,
Estela, Dolores (guatemaltecas) y Myladi (colombiana) el día 16, quienes
profesaron como religiosas de las Madres Desamparados San José de la Montaña en
la Casa Generalicia de Valencia.
Y al camino salen
en estos días las imágenes religiosas, confortando a quienes en sus margenes
funden sus miradas con las de santos como san Roque, celebrado entre otras
localidades en Paiporta, Museros, Burjassot, Olocau, Tavernes Blanques,
Vallanca, Villar del Arzobispo, Dos Aguas, Llíber, Burjassot, Chella y Cerdá.
El calor aprieta.
La ventana se cierra y acoge a los jóvenes, quienes contemplados desde la cruz
son para nosotros Cristo Crucificado, si el Padre Ximo escuchó de Jesús: “Ven,
bendito de mi Padre, porque estuve en la cárcel y me visitaste”, hoy quienes
les hemos acogido le damos gracias a nuestro Salvador porque nos ha visitado.
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